Cuando hablamos de apoyo escolar no nos estamos refiriendo exclusivamente a ayuda para realizar las tareas escolares, que sí son necesarias en muchas ocasiones.
No nos estamos refiriendo a clases particulares de matemáticas, lengua, inglés o historia.
No nos estamos refiriendo a aclarar dudas de materias concretas.
No nos estamos refiriendo a enseñar técnicas de estudio, a enseñarle a preparar exámenes de éste o aquél tipo.
No nos estamos refiriendo a motivar al alumno, trabajar para mejorar su autoestima, desarrollar habilidades sociales, enseñarle a planificar su trabajo, enseñarle a investigar, a resolver sus propias dudas.
Tampoco nos estamos refiriendo a enseñarle a enfrentarse a los estudios con ilusión, con ritmo, con normalidad como una tarea diaria que forma parte de su vida.
No nos estamos refiriendo incluso a ver los estudios con expectativa de futuro, ni como enriquecimiento personal.
Ni incluso como algo agradable, divertido, apasionante, lúdico, interesante y mucho más fácil de lo que parecía en un principio.
No, no y no:
Nos estamos refiriendo a todo eso, en un ambiente serio y a la vez relajado, en el que el alumno se siente respaldado, guiado, dirigido, asesorado, acompañado y con libertad para crear, organizar su tiempo, su actividad, y compartir con otros compañeros y compañeras, y con los profesores sus motivaciones, intereses, ideas.
Y sintiendo que respetan sus propias características personales, su propio ritmo, sus intereses, sus aptitudes y sus actitudes.
Esto es otra cosa, y por eso os invitamos a conocerlo.
Y por supuesto los padres y madres tienen siempre un asesoramiento personalizado y rico en experiencias y formación.